Rehabilitación cognitiva en personas que han sufrido un ICTUS

Según la Sociedad Española de Neurología (SEN), alrededor de 120.000 personas sufren un ictus en España cada año, esperándose un incremento de dicha incidencia en los próximos 25 años, debido, entre otros factores, al envejecimiento poblacional.

El ictus está considerado como la segunda causa de muerte en nuestro país, así como la primera causa de discapacidad adquirida en adultos.

Con el término ictus, hacemos referencia a cualquier trastorno de la circulación cerebral, generalmente de comienzo brusco, que puede ser consecuencia de la interrupción del flujo sanguíneo a una parte del cerebro (ictus isquémico), o a la rotura de una arteria o vena cerebral (ictus hemorrágico).

Dentro de los síntomas más habituales encontramos: pérdida de fuerza en la mitad del cuerpo (cara, brazo y pierna del mismo lado), dificultad para hablar, pérdida de sensibilidad/hormigueo en la mitad del cuerpo. pérdida súbita de visión en un ojo, dolor de cabeza muy intenso.

Las alteraciones neuropsicológicas son frecuentes después de haber sufrido un ictus, repercutiendo significativamente en la recuperación funcional y en la vuelta a las actividades que la persona realizaba antes de la lesión. La naturaleza de dichas alteraciones dependerá de la localización de la lesión; y se incluirían dentro de ellas, tanto los déficits cognitivos, como las alteraciones emocionales y conductuales que se produzcan.

La rehabilitación cognitiva, iría encaminada a aplicar una serie de técnicas y procedimientos no invasivos,  con el fin de que la persona con déficits cognitivos, pueda retomar las actividades cotidianas que realizaba antes de la lesión de forma autónoma.

Las técnicas empleadas desde esta disciplina pueden clasificarse en tres grupos:

- Técnicas compensatorias: irían encaminadas a enseñar a la persona a utilizar medios externos que le permitan realizar las actividades de la vida diaria. Por ejemplo: uso de agendas o realización de horarios que ayuden a gestionar el tiempo.

- Técnicas de restauración: son técnicas encaminadas a mejorar los déficits cognitivos actuando directamente sobre ellos. Existen diversas plataformas analógicas y digitales diseñadas para este fin.

- Técnicas de modificación del entorno: son técnicas encaminadas a aumentar la autonomía personal permitiendo un aumento de la capacidad funcional. Por ejemplo: organización de los utensilios de uso frecuente o utilización de notas recordatorias.

El uso de unas técnicas u otras no es excluyente, pudiendo combinarse técnicas de diferentes grupos en función de las necesidades de cada persona.

Sería importante resaltar así mismo, la importancia que la labor preventiva y la conciencia social tienen en esta enfermedad; ya que pueden reducir su incidencia en la población, al actuar directamente sobre los factores de riesgo (sedentarismo, mala alimentación, obesidad, consumo de tabaco y alcohol, entre otros).

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *